sábado, 21 de mayo de 2011

Pensamientos desde la ventana de un avion.

En un mar de nubes los aviones van navegando, hacia un hogar que ya no es el mio. Que dejo de serlo cuando me subi a ese avion de ida. Pensaba que este era el avion de regreso, pero quien vuelve no soy yo, o mejor dicho no soy esa que estaba en el primer avion. Vos tenias razon, paz, tenias razon, los viajes te abren la cabeza, y te cambian todo, lo que uno cree y lo que uno es. Despues de este viaje, yo no soy la misma. Mi alegria es diferente, mi dolor es diferente, mi punto de vista es otra cosa. Al despedirnos de todos una emocion imposible de describir, que me hace llorar, me hace reir, por lo que cada uno dijo, por lo que cada uno siente.
Marchando por la vida me di cuenta que se puede ser muy diferente y compartir los mismos sentimientos, los mismos objetivos. Recordar, guardar la memoria y hacer un futuro, crecer con lo que paso pero no basarse en lo malo del pasado sino en lo bueno del presente y lo incierto del futuro. Palabras que se quedan cortas. A tantas experiencias, para describir abrazos tan llenos de amor, como de comprension y cariño. Creci como persona, como amiga, descubri que la gente no siempre es lo que parece. Y que convivir es muy complicado, que si te  conoces mucho, te peleeas y que si te conoces poco, afianzas lazos, de amistad, amor y cariño de manera inimaginable.
La alegria, la fuerza y el compañerismo que hubo en cada marcha, en esas 9 mil personas es increible, es sentirse acompañado, entendido. Es compartir sentimientos, de alegria y tristeza. Euforia y racionalismo. Mezclas de emociones que no son posibles de describir. Nuevas amistades de  lejos y de cerca, de montañeses y de yatay. De canada y de francia. De muchos lados mas. Marcha por la vida para mi fue eso. El sentirse comodo, parte de un pueblo, un pueblo que esta luchando para recordar y jamas olvidar. Un puelo que lucho, del cual yo no me sentia parte, pero hoy me siento mas cercana, a lo que se llama dios. No es por catolica, ni por judia. Es por sentirse parte de eso que lucha y se fortaleze con el tiempo. Me siento parte de ese fenix, que de las cenizas y despues de la shoá miro hacia adelante y en vez de ver el caos, vio el futuro y sintio a Israel. Lucho por tener su tierra y lo logro.
El viaje me cambio, pero mi forma de escribir sigue intacta. Siempre pasando de una idea a otra. Como abeja de flor en flor.

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