viernes, 3 de junio de 2011

Mares de cielo, y cielos de mares, me llevaban con sus corrientes a mundos que quien sabe que había dentro, donde las casas eran de caramelo, y la ropa de cristal. La neblina el cielo de todo el día, las luces eran pequeños bichitos de luz y los lugareños, gente amorosa con sus trajes con lentejuelas. Los rayos de sol  creando luces y figuras raras en sus caras. Y la felicidad era abundante y todo se volvia colorido y alegre, son sólo estar en esa pequeña ciudad.

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